Una vez más nos encontramos a la puerta de la Cuaresma. Y uno de los mensajes principales de este periodo litúrgico es la conversión. Es la alegría y el amor que recibimos la razón más auténtica de conversión. Siempre se ha hecho un paralelismo entre la Cuaresma y los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto. Allí se dedicó a la oración y al ayuno. El desierto es el lugar del silencio. Vivimos en una sociedad en la que no hay silencio y llenamos nuestra vida de ruidos. El silencio es la posibilidad de dirigir la propia vida y el momento para encontrar el sentido de todo lo que hacemos, de decidir lo que realmente queremos hacer más allá de lo urgente que se nos impone. El silencio es necesario para ser libre, decidir correctamente, vivir cada instante. Pero sobre todo, el silencio es el ambiente necesario para mirar a Dios y escucharle. En Holy Mary hemos empezado este tiempo de Cuaresma con el Padre Jorge, el Padre Cruz y la imposición de la ceniza. Ha sido un día muy especial.
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